Enserio que no hay mejor lugar que este para empezar el año. Mi corazón está muy feliz sirviendo aquí en Lesbos, Grecia. Si, las condiciones son duras y precarias, pero la gente aquí es muy amable, acogedora, y agradecida con lo que estamos haciendo.
Estoy aquí hace una semana y me he gozado cada segundo. Estaba justo donde debía estar para recibir el año nuevo: sentada en una banca y conociendo a una nueva amiga mientras vigilaba la entrada de la sección del campo que hasta el momento es mi favorita: donde están las chicas más vulnerables. A las 11 pm salieron mis amigos de Somalia a cantar y a bailar para celebrar el año nuevo. Fue un espectáculo. Yo estaba atrapada entre esa emoción y las quejas de aquellas que no celebran el año nuevo y estaban intentando dormir. También hubo fuegos artificiales.
Fue impactante saber que el sonido afectó a algunas de las chicas porque les recordó del sonido de las explosiones de las cuales habían escapado. La mayoría de mis amigos vienen de Afganistán, y ha sido muy agradable conocer su cultura, idioma e historias. ¡Han sido muy buenas profes del idioma Persa y algunas aman los deportes y la naturaleza tanto como yo! El idioma no ha sido la parte más dura de estar aquí. Al contrario: es la excusa perfecta para conocer amigos nuevos.
Entonces, ¿qué es lo que estoy haciendo?
Si leíste la entrada pasada, sabes que no tenía ni idea de lo que iba a estar haciendo en el campo. Ahora entiendo por qué no había escuchado una respuesta clara a esto. ¡Hay mucho que hacer! En este tiempo, he arreglado y reorganizado cuartos, removido refugios, ayudado a gente mudarse, respondido preguntas (lo cual es difícil cuando uno tiene tantas y aún no sabe bien cómo funciona todo), vigilado entradas, conociendo a mis amigos y aprovechando todo esto para aprender algo de Persa.
Trabajar en alojamiento es agotador pero a la vez es muy gratificante. Siempre es alentador ver caras felices cuando das buenas noticias, les muestras su nueva vivienda o les entregas una cobija nueva. A la vez, es duro dar las malas noticias, pero en la mayoría de los casos aprenden a aceptarlas y seguir adelante.
Nosotros los voluntarios usamos chalecos de color naranja en el campo, lo cual hace que seamos fáciles de reconocer. Mucha gente no habla inglés, pero todos saben las palabras “hello” y “my friend“. A donde vayamos la gente llama, “¡Hola, mi amigo!” y nosotros respondemos. Escuchar esas palabras siempre me hace sonreír, y como pasa tanto, ¡me la paso sonriendo! Por eso me refiero a las personas del campo como mis amigos.También hay muchos niños pequeños. ¡Ellos me alegran el día! Cuando nos ven a los voluntarios, corren hacia nosotros y nos abrazan, también gritando, “Hello, my friend!” Esta gente es preciosa, y aunque están pasando por tiempos muy difíciles, me alegra que hayan podido superar tantos obstáculos y llegar hasta aquí. Ahora podemos amarlos y servirles, y me encanta ser parte de eso.